El despido del ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, es una abierta confesión de la bancarrota de la educación bajo los K. En distintos distritos se reclamó la reapertura de los paritarias docentes.
El kirchnerismo apela ahora a un ex menemista con muy buena relación con la burocracia sindical para tratar de armar una suerte de Consejo Económico y Social de la educación.
El nuevo ministro, Alberto Sileoni, pretende “bajar la conflictividad docente “sentando en una mesa a varios ministros provinciales y a las direcciones de los gremios docentes para armar desde ahora un acuerdo salarial nacional a cambio de un año de paz social”. Pero precisamente la “paz social” es lo que nadie prevé para los K.
La iniciativa de Sileoni es un llamado extremo a la “responsabilidad” de la burocracia de Yasky, para que discipline, en nombre de la defensa de los días de clase, cualquier reclamo docente a cualquier costo. Pero, a pesar de que la burocracia celeste ha dado muestras claras de subordinación al gobierno K con la presencia de Yasky en el Consejo Económico y Social, el planteo de Sileoni está condenado al fracaso porque sus objetivos son incompatibles con la existencia de los docentes y de la educación pública. Sileoni tampoco podrá ‘pacificar’ a los gobernadores, cuyas provincias están en bancarrota.
“De las 24 provincias, veinte terminarían el año con déficit fiscal, según estimaciones de la consultora Ecolatina. En total, el rojo sumaría unos 10.470 millones de pesos” (Crítica, 2/8). Más de la mitad de ese rojo corresponde a la provincia de Buenos Aires, la jurisdicción educativa más importante del país. Detrás de Buenos Aires, Tierra del Fuego, Río Negro, Mendoza, Chaco y Santa Cruz ya han anunciado que, sin aportes del Estado nacional, no pueden pagar los salarios de los empleados públicos, lo que incluye, obviamente, a los docentes.
El pacto del que habla Sileoni es una fantasía contra la educación y la docencia.
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